Cuando me diagnosticaron enfermedades «crónicas» la medicina convencional no respondió a la pregunta que me hacía constantemente ¿Por qué? Mi reumatóloga intentaba tranquilizarme explicándome que con la medicación podría hacer vida «normal». A mi entender, mi vida hasta entonces no había sido especialmente ni muy saludable, ni poco saludable, comía pan, dulces, bebía alcohol, etc. pero llevaba una vida sana también, hacía ejercicio y no tenía demasiados excesos. No entendía por qué había desarrollado una enfermedad de esas características, especialmente al principio, cuando sufría unos brotes que me incapacitaban por el dolor.
La medicina convencional suele centrarse en un síntoma o una parte del cuerpo concreto. Habitualmente, los médicos suelen recetar medicamentos para suprimir el sistema inmunitario y tratar la inflamación, el dolor y el daño tisular. Aunque esto puede ofrecer cierto alivio, no es una solución, para mi el uso de inmunodepresores no era una solución a largo plazo. Después de varios meses de investigación (que debo reconocer a veces rondaba la obsesión), empecé a entender que hay varios componentes que afectan a estas condiciones y en este sentido, los médicos holísticos adoptan un enfoque diferente.
La medicina holística o integral es un enfoque de la salud y el bienestar que tiene en cuenta los aspectos físicos, mentales, emocionales y espirituales de la vida de una persona. La salud holística se centra en la totalidad de la persona, en lugar de limitarse a tratar los síntomas físicos.
Cuando se padece un trastorno autoinmunitario, la enfermedad puede afectar a todos los aspectos de la vida, y viceversa. Por ejemplo, los niveles elevados de estrés pueden activar el sistema inmunitario y hacer que se agraven los síntomas de la enfermedad autoinmune. Del mismo modo, estos trastornos pueden alterar nuestra capacidad para dormir, trabajar y participar en actividades sociales con familiares y amigos, lo que puede empeorar los síntomas.
De este modo, el objetivo de la salud holística es crear equilibrio y armonía en todos los aspectos de la vida de una persona. Al tratar todos estos aspectos, podemos abordar los problemas de salud de manera más completa, y mejorar nuestra capacidad de recuperación y bienestar general. Además, cada persona tiene una combinación única de factores que influyen en su salud, por lo que un enfoque integral puede ser más efectivo para abordar sus necesidades individuales.

La salud física, se refiere al estado general de bienestar físico de una persona. Incluye factores como la fuerza, la resistencia, la flexibilidad y la capacidad aeróbica, así como la capacidad para realizar actividades diarias sin dolor ni fatiga excesiva. La salud física también se refiere a la prevención de enfermedades y lesiones, así como al manejo efectivo de cualquier condición de salud existente. Para mantener una buena salud física, es importante llevar un estilo de vida saludable, que incluya una dieta nutritiva y balanceada, ejercicio regular, descanso adecuado, y evitar hábitos dañinos como fumar y beber en exceso. También es importante llevar un control regular de la salud, como chequeos médicos y dentales regulares, y recibir tratamiento adecuado para cualquier afección médica existente.
Enfoques holísticos para la salud física reconocen que la salud física está interconectada con otros aspectos de nuestra vida, como nuestra salud emocional y mental, así como nuestro entorno social y cultural. Esto significa que la salud física no es solo la ausencia de enfermedad, sino un estado de bienestar general que incluye la capacidad de participar plenamente en la vida y de disfrutar de ella.

La salud mental, se refiere al estado general de bienestar emocional, psicológico y social de una persona. Es un término amplio que abarca una variedad de aspectos, incluyendo la capacidad de pensar con claridad, manejar las emociones, establecer relaciones interpersonales saludables y tomar decisiones conscientes. La salud mental también se refiere a la capacidad de enfrentar y superar situaciones adversas y estresantes, así como a la capacidad de adaptarse y aprender de las experiencias de vida. Una buena salud mental implica tener un equilibrio adecuado en la vida, incluyendo tener tiempo para el trabajo, la familia, el ocio y otras actividades significativas.
Enfoques holísticos para la salud mental reconocen que la salud mental puede estar influenciada por factores biológicos, psicológicos, sociales y culturales, por lo que es importante abordar la salud mental desde una perspectiva integral. El tratamiento de la salud mental puede incluir la terapia, la medicación, la educación y el apoyo social, dependiendo de las necesidades individuales de cada persona.

La salud emocional, se refiere al estado general de bienestar emocional y psicológico de una persona. Esto incluye la capacidad de reconocer y expresar una amplia gama de emociones, regular las emociones de manera efectiva, y manejar el estrés y la adversidad de manera saludable. La salud emocional también implica tener relaciones interpersonales positivas y satisfactorias, tanto con uno mismo como con los demás, así como un sentido de propósito y significado en la vida. La salud emocional se relaciona con la autoestima, la autoconfianza y la capacidad de tomar decisiones conscientes y saludables.
Enfoques holísticos para la salud emocional también reconocen que el cuerpo y la mente están interconectados, por lo que la salud emocional puede estar influenciada por factores físicos como la nutrición, el ejercicio y el sueño. De esta manera, cuidar nuestra salud emocional es esencial para nuestro bienestar general y puede tener un impacto significativo en nuestra capacidad para manejar las demandas de la vida cotidiana y alcanzar nuestros objetivos personales.

La salud espiritual, se refiere a la capacidad de encontrar significado, propósito y conexión con algo más grande que uno mismo. Esta dimensión de la salud se enfoca en la búsqueda de sentido y propósito en la vida, la conexión con los demás y con la naturaleza, y la exploración de preguntas trascendentales como la existencia de un poder superior. La salud espiritual no está necesariamente relacionada con una religión en particular, sino que es una dimensión personal y única de la vida de cada individuo. Puede incluir prácticas como la meditación, la oración, la reflexión, la conexión con la naturaleza, la práctica de valores como la gratitud, el perdón y la compasión, entre otras.
Los enfoques holísticos de la salud reconocen que la salud espiritual es una parte importante de la salud general y el bienestar, ya que puede proporcionar un sentido de paz, propósito y significado en la vida, lo que puede ayudar a reducir el estrés, la ansiedad y la depresión.
Es importante tener en cuenta que la salud espiritual puede ser una dimensión compleja y personal de la vida, y cada persona puede tener su propia forma de explorar y desarrollar su espiritualidad. Por lo tanto, es importante respetar las creencias y prácticas espirituales de cada individuo y apoyar su camino hacia una mayor conexión espiritual y bienestar.
Así, esta visión multidimensional entiende que la salud es un estado complejo que no puede reducirse a una sola dimensión, sino que es el resultado de la interacción entre múltiples dimensiones. Cada dimensión de la salud se interrelaciona y se influye mutuamente. Por ejemplo, el estado emocional de una persona puede afectar su salud física, y su ambiente puede afectar su salud mental. La visión multidimensional de la salud reconoce que la atención médica debe abordar todas las dimensiones de la salud de una persona para lograr una atención más completa y efectiva.
Por otro lado, el enfoque holístico que propongo también tiene en cuenta la salud desde una perspectiva integrativa y bio-individual.
La medicina integrativa busca integrar enfoques de atención médica convencionales y alternativos para abordar las necesidades físicas, emocionales, mentales y espirituales de una persona. Esto puede incluir el uso de terapias complementarias y alternativas, como la acupuntura, la meditación, la nutrición, entre otras, en combinación con tratamientos convencionales como medicamentos y cirugía.
Además, la visión integrativa de la medicina se enfoca en la prevención y promoción de la salud, en lugar de simplemente tratar enfermedades o afecciones. Esto puede incluir la educación en estilos de vida saludables, la gestión del estrés, el apoyo emocional y el fomento de prácticas que promuevan la salud y el bienestar a largo plazo.
En cuanto a la visión bio-individual de la salud reconoce que cada persona es única y tiene necesidades únicas en términos de salud y bienestar. Esta perspectiva reconoce que la genética, el medio ambiente, la dieta, el estilo de vida y otros factores pueden influir en la salud de una persona de manera única y personalizada. La visión bio-individual de la salud se enfoca en abordar las necesidades específicas de cada persona, en lugar de aplicar tratamientos generales para afecciones comunes. Se trata de una perspectiva personalizada de la atención médica que toma en cuenta las diferencias individuales en la biología, el estilo de vida y los antecedentes médicos de una persona para desarrollar un plan de atención personalizado.
Por ejemplo, dos personas con la misma afección médica pueden tener diferentes factores de riesgo o necesidades nutricionales, por lo que sus tratamientos deberían ser personalizados y adaptados a sus necesidades individuales.
Para concluir me gustaría parafrasear al Prof. Andrew Wang (profesor adjunto de medicina e inmunobiología de la Universidad de Yale) cuando se refiere a las «constelaciones» de enfermedades.
«Si somos honestos con nosotros mismos, reconocemos que los pacientes con enfermedades inflamatorias complicadas no pueden meterse todos en el mismo saco y tratarse todos por igual“